jueves, 5 de marzo de 2020

La caca saltarina

 Sucedió hará un cuarto de siglo, año arriba, año abajo; cuando miniAntón tenía la edad de mis alumnos de ahora. Cuando todavía íbamos en verano al apartamento de la playa y, desde allí, caminábamos con el carro de la compra hasta Portonovo. Junto a la plaza de abastos pasaba, presto a morir en el ya cercano mar, el rego de Fabaíños, de aquellas un arroyo bastante sucio, con cañas y zarzas a los lados (y que tal vez ya no exista, sepultado en asfalto; la verdad prefiero no saberlo). Y un día, enredando junto a mi madre al ir a comprar, se me abrieron los ojos como platos: una mierda de perro que había entre dos coches aparcados acababa de dar un salto... Me acerqué y la "mierda" siguió saltando peligrosamente hacia la calzada, así que le eché el guante enseguida: y enseguida estaba, acurrucado en el hueco de mi mano, plano y redondo como una galleta campurriana, mi primer sapillo pintojo ibérico Discoglossus galganoi, una criatura para la que todos los piropos del mundo se quedarían cortos... Lo acerqué al rego, saltó de mi mano al agua, y allá que se fue el último sapillo pintojo que vi en décadas*... Hasta esta misma tarde, esto es.

Una belleza muy mal fotografiada
Hasta esta misma tarde en que, ya anocheciendo y dando un paseo que no contaba con dar por el Parque del Oeste, me encontré con un par de individuos de la población de sapillos que sabía desde hace años que había en el arroyo del Parque, pero que jamás había conseguido ver, con lo que se estaban convirtiendo ya en una especie de criaturas mitológicas. Y la mezcla de sensaciones de "logro desbloqueado" con recuerdos de la niñez ha sido muy fuerte; me ha hecho muchísima ilusión verlos. La suficiente como para volver a escribir de naturaleza en el blog, que ya es decir... A ver si se repite pronto.


* En realidad son los terceros que veo (cosa que de todas maneras tiene delito, pues tampoco son tan raros en la Península): en 2013, en el transcurso de un viaje memorable a Tarifa en el puente de mayo, vimos muchos sapillos pintojos en la laguna de Espera. Lo que pasa es que de aquellas se consideraba a los sapillos del este y el sur peninsulares como miembros de una especie distinta, Discoglossus jeanneae, que hace pocos años ha pasado a ser considerada "solo" una subespecie del galganoi.

miércoles, 4 de marzo de 2020

La jungla urbana, y una ciudad en la jungla (libros de 2020, 4/x)

Este libro no me lo trajeron los Reyes, pero como si así fuera: llevaba tanto tiempo en poder de una de mis hermanas que yo ya había perdido la noción de dónde podría estar (me pasa con más de uno, ¡ay!, pero es que prestar libros me hace muy feliz...), y me llevé una alegría al encontrármelo en su casa en Navidad, pues tenía muchas ganas de releerlo. "Releerlo", porque ya he escrito más de una vez que casi más que empezar libros nuevos, me gusta volver sobre los que me han gustado; y no hay ninguno de Waugh que no lo haya hecho. Un puñado de polvo (en edición de RBA, 2009) es un ejemplo paradigmático de una de sus novelitas (uso el diminutivo a propósito, pero en absoluto con sentido peyorativo): una historia que transcurre mayormente entre fiestas de la alta sociedad londinense de entreguerras, una historia cuyos mimbres se van trenzando alternando los cotilleos del club y los viajes de fin de semana a la casa de campo. Muchos personajes, genialmente descritos por lo que se cuenta o se sugiere de ellos; los personajes paradigmáticos: las cabraslocas, los aprovechados, las señoras aburridas, los pasmados... que salen una y otra vez en sus novelas*. Las convenciones sociales que no entiendo, pero con las que disfruto un montón.... Y, como gran novedad, dos sucesos extraordinarios: una muerte y un viaje. Y hasta aquí puedo leer. La verdad es que no soy capaz de explicar por qué disfruto tantísimo leyendo las idas y venidas de unas gentes y un ambiente que no deberían decirme nada, pero la realidad es la que es. Y ojo, que me cuesta mucho recomendar a Waugh, porque sé que no suele entrar bien; pero por otro lado, cuando encuentro alguien afiliado a la misma religion, enseguida lo miro de otra manera (=mejor). Pues eso, que ojalá que os guste Waugh a todos...

*Waugh consigue una cosa curiosa, y creo yo que lo hace rematadamente bien: que es que si bien sus obras son perfectamente independientes y en modo alguno una serie, uno reconoce enseguida los personajes que se repiten, pero que lejos de aburrir le dejan a uno con las ganas de leer otro libro para saber más de ellos.