jueves, 15 de julio de 2021

"Un horror, un horror..." (libros de 2021, 11/x)


He aquí el tercero de los libros que me traje de casa de mis padres en la última visita. Y ¡oh, sorpresa!, este tampoco era lo que me esperaba: me apetecía volver a leer cosas sobre África, y (por las campanas escuchadas a saber dónde) creía que El corazón de las tinieblas (de Joseph Conrad) sería una historia de exploración y bajezas humanas en el corazón del continente. Y no lo es. O not quite... El libro se inicia a bordo de un barco en el puerto de Londres que aguarda a que baje la marea para zarpar Támesis abajo. Para entretener la espera, el capitán Marlow da la turra a los pasajeros con la historia de cuando, trabajando para una compañía comercial belga dedicada a saquear el Congo, recién abierto para Occidente, recibió el encargo de conducir un vapor río arriba para ir a buscar al único blanco al cargo de una estación comercial de marfil en el corazón de la selva, el enigmático Sr. Kurt, a quien todo el mundo parece tener por una persona de cualidades excepcionales y del que hace meses que no se sabe nada...

Pues bien, este argumento podría haber dado para una buena novela de aventuras. Más aún: puesto que el capitán Marlow es un trasunto del propio Conrad, que efectivamente trabajó como capitán de marina mercante muchos años, incluyendo el realizar una expedición como la descrita; el libro podría haber contenido tanto descripciones fidedignas del Congo y del proceso de colonización, contando con impresiones de primera mano, positivas o negativas, sobre este proceso. Pero todo eso queda sin embargo sepultado y apenas mencionado entre larguísimos soliloquios sobre el alma humana; en especial sobre cómo podrían afectar, incluso al mejor de los hombres, la falta de convenciones sociales y de un estado que imponga justicia. Sinceramente, este libro me ha aburrido muchísimo. Supongo que es por culpa del estilo, que me ha recordado bastante al de El retrato de Dorian Gray (otra "obra cumbre" que estuve deseando terminar casi desde el principio); más que por la temática. Que tampoco me interesa gran cosa, pero que al menos libros como El señor de las moscas tratan de una forma a mi entender mucho más viva... Nada. Este tipo de libros, para el que los disfrute. Que a mí no me ha merecido la pena ni por hacerle el check para poder fardar de culto.

domingo, 11 de julio de 2021

Griegos, romanos, son todos humanos (libros de 2021, 10/x)


Tenía ganas de leer algo clásico, y en mi última visita a casa, junto con el libro de la entrada anterior, y el de la que vendrá después de esta, cogí estas Vidas paralelas (de Plutarco, S. I-II d.C.); ejemplar perteneciente también a uno de estos popurrís editoriales que parecían estar de moda en los 70 (este, de Salvat, de 1972) y que abundan en mi casa, y que presume de rancio abolengo en su página de créditos (incluyendo el ser una traducción que cumple ahora dos siglos). La cuestión es que, al igual que me pasó con el libro anterior, este no iba de lo que pensaba: esperaba leer un tratado de mitología y me encontré con uno de Historia, y ahora me doy cuenta de que lo que pasó es que confundí este libro con Las metamorfosis de Ovidio... ya veis, yo: erudito de cartón piedra. Por ser, ni siquiera era el libro completo: las Vidas son un total de cuarenta y ocho pares de biografías de personajes de renombre, uno griego y otro romano, seguidas de un breve capítulo en que Plutarco compara las vidas de ambos, sacando alguna enseñanza moral; y el librillo que me leí apenas traía dos de estas biografías pareadas. La primera comparaba dos oradores famosos que tuvieron que encargarse en determinados momentos del gobierno de sus respectivos territorios: Demóstenes y Cicerón; y la segunda dos generales que encadenaron épocas de grandes victorias y de derrotas ignominiosas a lo largo de su vida: Demetrio y (Marco) Antonio. Siendo, supongo, más o menos fiel a la verdad a la hora de narrar los hechos, en las moralejas finales da algo de ventaja a los dos griegos: a Cicerón lo critica por buscar antes la alabanza del pueblo que la rectitud en el discurso y por abusar de respuestas ingeniosas e hirientes, y a Antonio por dejarse obnubilar de tal manera por Cleopatra que diese al traste con varias batallas casi antes de haberlas empezado.

¿Balance de la lectura? Bien, me ha gustado; me he reído muchas veces incluso, y además he aprendido bastante. Cierto es que Plutarco escribe para sus conciudadanos grecorromanos; ni para bárbaros de la época, ni para bárbaros del futuro. Digo esto porque el libro presupone que el lector está familiarizado tanto con la historia "reciente" de ambos pueblos como con su geografía, modo de funcionamiento del gobierno, pueblos amigos y enemigos, etc. Apenas hay notas al pie (y no me queda claro si del autor, del traductor o de los editores) que ayuden al lector a aclarar lo que no traiga sabido de casa, y eso puede hacer que la lectura se atranque o resulte indiferente en varios puntos, sobre todo si uno no tiene ganas de ponerse a buscar por dónde queda tal isla, o qué pasó en tal batalla. También me surge la duda, viendo lo pormenorizado de las biografías (que descienden muchas veces al detalle de "tal día tal personaje contó este chiste"), de hasta qué punto Plutarco contaba con fuentes solventes, insolventes, o con su mera imaginación... pero ese supongo que es un debate para los historiadores antiguos y que tampoco me interesa demasiado.