domingo, 21 de noviembre de 2021

La filopatría del expatriado (libros de 2021, 12/x)


Llevo un poco de retraso con estas crónicas lectoras, y con mi vida en general; echémosle la culpa a la vuelta al cole (N. del E. empecé a escribir esta entrada en septiembre, ¡ay!; la "vuelta al cole", ciertamente, se me ha hecho larga y dura) y a ciertas novedades vitales que ya aparecerán por aquí... cuando despache una entrada sobre las novedades vitales anteriores a esas. Habrá que aprovechar la rara ocasión de tener una tarde de domingo ociosa y no depresiva por delante para ejercitarme un rato en la escritura...

Crónicas Coreanas (José Mª Contreras Espuny. 2016. Colección "Los viajeros" de la editorial Renacimiento) narra en primera persona las impresiones del autor sobre Corea del Sur, país al que se muda durante unos años como profesor de español recién casado y recién doctorado. Describe una sociedad de la que diremos que es muy diferente de la española, por no usar la apreciación subjetiva (pero seguramente cierta) de "rara". Careciendo yo de experiencia de primera mano sobre el tema, no me atrevo a decir si el retrato es acertado o no; pero si no lo es, desde luego casa con la idea de Corea que tenía yo tras leer y ver cosas de pasada sobre ese país. Estructurado en forma de capítulos cortos independientes entre sí, el libro cuenta tanto generalidades sobre la historia, la geografía, las costumbres o la política de Corea; como momentos concretos de la vida del autor.

El relato, por lo demás, ni es objetivo, ni pretende serlo: las comparaciones con la sociedad española son continuas, y los usos y costumbres coreanos suelen salir perdiendo, por más que no deje de entreverse un cariño muy grande por las gentes y el país que lo han acogido, y donde ha crecido personalmente. Me hice con el libro atraído por la extensa reseña que en su día leyera del mismo en el blog de Compostela, y lo leí dos veces: la primera recién llegado a Sudáfrica para comenzar mi segunda postdoc, y la segunda ahora, en que ya finiquitada mi carrera científica suelo dedicar las tristes tardes de domingo a meditar sobre si todo aquel trajín realmente mereció la pena. Me parece un libro que destila un poco de boina y bastante amargor por lo que se deja atrás, sí, pero que sin embargo me gusta mucho, porque me reconozco bastante en las experiencias y sobre todo en las emociones del autor: en la añoranza continua por una Ítaca que lejos de ser llana y fértil es áspera y seca, pero que es la tierra de uno, y en comparación con la cual hasta el edén de los feacios parece insuficiente. Imagino que a alguien de espíritu más aventurero y menos casero que el mío le podrá parecer un libro un tanto quejumbroso, pero es que así somos en general los gallegos emigrados, aunque hayan nacido en Osuna...

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