domingo, 27 de junio de 2021

Aventuras y desventuras del joven Alonso (libros de 2021, 9/x)


 Reconozco que no sabía de qué iba este libro... tenía la vaga idea de que era una historia sobre un chaval cualquiera en algún paraje castellano en la posguerra; algo así como el Nini de Las Ratas. Y sí, sí es eso... y al mismo tiempo no es nada de eso: tras terminar un primer capítulo surrealista en que el gallo de una veleta caza lagartos que más tarde el protagonista aprovecha para hacer tinta, ya me di cuenta de que la Alcarria de (Industrias y Andanzas de) Alfanhuí (de Rafael Sánchez Ferlosio, 1951; pero en la edición de 1970 de la Biblioteca Básica Salvat) no tenía mucho que ver con la Castilla de Delibes... Siendo como es uno de los libros favoritos de mi querido Guillermo, fui comentándolo con él mientras lo leía: al principio le dije que me estaba dando la impresión de ser una especie de versión alcarreña de El Principito, sobre todo por los primeros capítulos, tan fantasiosos; pero pronto me desdije, y llegué a la conclusión, que también le pareció a él mucho más acertada, que era como estar leyendo las aventuras de un Quijote adolescente: un mundo soñado que desfigura lo anodino del cotidiano, pero sin llegar a ocultarlo.

El argumento como tal no es difícil de resumir: un crío complutense deja los estudios y entra a trabajar como aprendiz de un taxidermista e Guadalajara para, tras un tiempo de formación truncado trágicamente, y una etapa de vuelta en casa, andar a buscar fortuna a Madrid, mudarse después a casa de su abuela cacereña, y volver por último a Guadalajara, suponemos que ya como joven adulto. Pero claro, si bien eso es "lo que pasa" en el libro, como ya dije arriba en realidad no estoy contando nada, pues toda la obrita es una sucesión de escenas oníricas, que pueden entrar mejor o peor según sea el lector, pero que no se puede negar están bien escritas, y sobre todo bien descritas: este libro gana en sus descripciones, y se distingue bien, creo, cuándo Ferlosio solo quiere describir una imagen imaginada, y cuándo quiere trasmitir un cariño especial por el objeto descrito: ya sea la genial abuela de Alfanhuí (llena de mala leche tuitera; me reí bastante y en alto en el metro con sus salidas), ya las salamanquesas que corretean por los muros de los arrabales madrileños. Lo bonito y sinestésico de muchas descripciones hace por el contrario que destaquen mucho más las escenas crueles, que lo son bastante y no son pocas: crueldad contra animales y personas en las que sí asoma más la "Castilla de Delibes" sobre la que yo creía erróneamente que iba a ir todo el libro.

No sé, ya os digo que es un libro curioso. Supongo que puede leerse tanto como un ejercicio libre de la imaginación, como intentando leer entre líneas qué quiere decir en realidad cada escena irreal. No me esforcé en hacer esto último, pero como con leerlo "sin más" se me hizo muy entretenido, supongo que quedo conforme con la experiencia.

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